Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La discusión ética en la filosofía clásica COMENTARIO DE TEXTO «“Moderación... moderación...”. Es un consejo de persona sensata, que hemos oído muchas veces; pero también es una especie de precepto legal difuso, destilado en los códigos vigentes y en las normas de urbanidad. La sociedad entera predica y exige “moderación”. Los díscolos, los arrebatados, los impacientes, tanto si lo son del cuerpo como si lo son del espíritu, consideran que eso es pura hipocresía: tartufismo infecto. Los ataques a la moral burguesa, cuando se hacen en nombre de una hipotéticamente sagrada libertad de los instintos y de la vida, se conciertan contra esta idea: contra la “moderación”. Se ha querido ver la típica cautela del burgués, la grisura y la mediocridad del burgués, elevadas al rango de imperativo ético. [...] Sin embargo, la cosa no me parece tan clara. [...] La cosa quedaría expuesta en dos palabras: las conductas calificadas de vicios o de pecados son repudiadas precisamente porque son conductas antisociales. [...] Antisociales, en efecto, a fuerza de ser antieconómicas. [...] Estas pasiones tumultuosas –observemos que han de ser consideradas como tales, como pasiones desordenadas–, al proyectarse absorbentemente sobre el individuo, lo anulan o lo inutilizan en tanto que agente económico [...]. La tolerancia con el vicio, que a menudo se produce en climas bastante puritanos, no contradice nada de lo que digo: responde al hecho de que, en determinadas circunstancias, el vicio, debidamente controlado, puede dar buen rendimiento, y entonces se hace la vista gorda. [...] Estas “pasiones”, si no se desordenan, son el gran motor de la economía –de cualquier economía. La soberbia es nociva: el amor propio y el afán de distinguirse son, en cambio, factores eficaces, que impulsarán al hombre a realizaciones y empresas de signo positivo. La envidia será tan corrosiva como queráis, pero la voluntad de equipararse al vecino, de superarlo, se convertirá en un estímulo potente y alentador. La lujuria acaba con las familias y siembra la incoherencia en las costumbres: la continencia frenética no sería mejor, y ya la perpetuación de la especie y un mínimo de modestas fantasías sensuales quedan aseguradas por los hábitos y las gentes. La gula es deprimente, infausta, vergonzosa: un hedonismo mesurado –en la mesa y fuera de la mesa– siempre tiene más ventajas que la sobriedad adusta, ventajas higiénicas incluso. La ira provocó destrozos dolorosos: una cierta dosis de vehemencia, de susceptibilidad excitable, será un incentivo óptimo para el esfuerzo del individuo dentro de la comunidad. La pereza es letal: una aspiración al ocio confortable producirá, por lo contrario, amables frutos culturales, y espoleará el trabajo. La avaricia ofrece una fachada siniestra: el ahorro y la previsión, incluso si no van cargados de miras egoístas, son propensiones colectivamente útiles. Y, además: diversas proyecciones de los pecados, siempre al nivel admitido por la sociedad, favorecen la industria y el comercio, o, al menos, algunas industrias y no pocos comercios. [...] La sociedad si que fomenta estos comportamientos no-virtuosos, pero tampoco viciosos. La sociedad asentirá a las disertaciones de los moralistas, esquemáticas y radicales: sin embargo, ella practica otro tipo de virtud. La virtud usual no tiene nada que ver con la virtud de las éticas de los teólogos y de los filósofos: es un mero y pragmático término medio. In medio... Si, la moderación. La templanza, en el buen sentido de la palabra. [...] Y la moderación es un criterio de conducta probadamente acertado... Yo no tengo nada que decir. Simplemente, me gustaría que quedara bien claro que un poco de exceso, de tanto en tanto, tampoco será demasiado pernicioso. Y me parece justo que cada cual elija, para excederse, el pecado o la virtud que más gracia le haga. Los excesos –verdaderos excesos, no nos engañemos– son lo único que ameniza la vida.» Joan Fuster. Diccionario para ociosos. Edicions 62 Cuestiones 1. ¿Cuál es la pregunta filosófica que aborda el texto? 2. Identifica la idea principal del texto y muestra la estructura argumentativa que sigue el autor para llegar a ella. 3. Compara esta opinión de Fuster con lo que afirman Platón y Aristóteles sobre la moderación. 4. Redacta una breve disertación: La moderación, la templanza, el término medio... ¿son siempre la mejor opción en la vida? Puedes poner ejemplos de tu vida cotidiana. 81 4 Diálogo

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