Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La modernidad: el problema del conocimiento Según el filósofo inglés John Locke (1632-1704), conocer es sinónimo de tener ideas. Las ideas son los contenidos de la mente cuando piensa, es decir, aquello que representa lo que pensamos. Aunque, entendida así, su definición de idea pueda recordarnos a la de Descartes, Locke se diferencia del pensador francés a la hora de establecer el origen de las mismas. En su Ensayo sobre el entendimiento humano, Locke se rebela contra un racionalismo neoplatónico que parecía cobrar cada vez más fuerza. Frente a esa postura, Locke tratará de demostrar que no existe ningún tipo de idea innata en la mente de los seres humanos. Pero si los seres humanos no poseemos ideas innatas, ¿de dónde provienen los contenidos de mi mente? La respuesta es sencilla: todas nuestras ideas proceden de la experiencia, que será, a su vez, el límite de lo cognoscible. Según Locke, por tanto, una idea es la representación que la mente hace de aquello que, previamente, ha percibido. Si solo podemos pensar a través de las ideas y estas proceden siempre de la experiencia, entonces es imposible que existan ideas que sean a priori o innatas. El autor inglés defiende que la mente del ser humano es como una tabula rasa, una hoja en blanco en la cual vamos escribiendo, gracias a nuestras experiencias y percepciones, todos los conocimientos y conceptos que vamos aprendiendo, conociendo y utilizando a lo largo de nuestra vida. A la hora de hablar de las ideas, Locke diferencia entre ideas simples e ideas complejas; a su vez, las primeras se dividen en otras dos categorías, y las segundas, en tres más. Veámoslo. 1. Las ideas simples son aquellas que recibimos de la experiencia de una forma meramente pasiva y, a su vez, pueden ser de dos clases distintas: a) Ideas de sensación, que se refieren a aquellas impresiones sensibles que provienen directamente de la experiencia del mundo exterior y que percibimos, bien a través de un sentido (como un olor o un sabor), bien a través de más de un sentido (el movimiento, el reposo, el espacio, la forma). b) Ideas de reflexión o de las operaciones internas de la mente, que son aquellas que establecemos gracias a las deliberaciones y razonamientos posteriores que hacemos sobre aquello que antes hemos percibido por los sentidos. Podríamos decir que estas ideas se refieren al conocimiento que el propio sujeto tiene de las operaciones de su propia mente. Hablamos de las ideas de voluntad, percepción o pensamiento, cuestiones tales como recordar, pensar, querer, creer, rechazar, dudar, etc. Además, Locke menciona que hay ideas compuestas de sensación y de reflexión, como serían las ideas de placer, de dolor, de poder o de existencia. 2. Las ideas complejas son aquellas que se obtienen combinando dos o más ideas simples. En este caso, la mente ya no ejerce una función pasiva, sino activa, ya que es el propio sujeto el que decide unir varias ideas y rechazar la unión de otras. Por ejemplo, la idea compleja de «manzana» surgirá de la combinación de las diferentes ideas simples que la forman: el color rojo, el sabor dulce, el tacto duro, etc. A su vez, las ideas complejas pueden ser de tres clases diferentes: a) Ideas de sustancias, que son el soporte o sustrato común que sostiene a los modos, como la idea de ser humano, de un animal concreto o de una manzana, por ejemplo. b) Ideas de modos, que son aquellas propiedades que no pueden subsistir por sí mismas, sino que dependen de un sustrato al cual han de referirse, como por ejemplo las ideas de belleza o de gratitud, que tienen que estar referidas a algo, es decir, a una sustancia. c) Ideas de relaciones, que son aquellas ideas complejas que solo pueden surgir a partir de su comparación con otras ideas. Por ejemplo, cuando señalamos que una persona X es más joven que otra persona Y. Para finalizar, es importante aclarar algo a lo que nos referíamos en el título del epígrafe: Margaret Cavendish, una pensadora epistemológicamente inclasificable. No puede ser englobada dentro del racionalismo más puro, como Descartes, ni tampoco su pensamiento se acerca del todo al empirismo más radical, como el defendido por John Locke o David Hume. A pesar de su defensa constante de la percepción y de la reivindicación de esa doble vertiente cognoscitiva (que es a la vez sensitiva y racional) que posee la naturaleza, Cavendish rechaza los conocimientos que se fundamentan únicamente en los datos obtenidos mediante la filosofía experimental de la época. Para ella, estos dependen en exceso de la observación empírica y de los sentidos, que en ocasiones pueden llevarnos a confusión y que, en todo caso, solo nos aportan información sobre el estado de la materia en un momento determinado, sin tener en cuenta que esta está en un proceso de devenir constante. La filosofía experimental y la observación dejaban en un segundo plano a la razón especulativa, que es, sin embargo, la que tiene que tratar de interpretar, explicar y dar sentido a todo lo observado. 2.2.2. John Locke y el empirismo inglés La negación de las ideas innatas y la teoría del conocimiento 196 9 Diálogo

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