Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La modernidad: el problema del conocimiento El orden aparente que observamos en la naturaleza se debe a la coordinación de la parte sensitiva y de la parte racional, y su movimiento de apariencia regular obedece al hecho de que cada parte de ella sabe tanto cómo ha de moverse, gracias al autoconocimiento que posee, como la forma en la que se mueve todo aquello que la rodea, gracias a la percepción. Pero ¿dónde queda, en este esquema, la materia inanimada? Esta pregunta, en realidad, es imposible de responder, ya que, como dijimos, Cavendish establece que ambos grados de la materia, el animado y el inanimado, están tan intrínsecamente unidos entre sí en cada partícula de materia que resultan imposibles de diferenciar, de tal modo que no hay ninguna parte de la materia que no posea, a la vez, tanto autoconocimiento (y, con ello, automoción) como percepción. Volviendo al ejemplo anterior, imaginemos que mi mano, finalmente, agarra ese objeto; en este caso, ese objeto material no es un simple elemento que estaba ahí de una manera puramente pasiva. Al formar él mismo parte de la naturaleza, podríamos decir que también él posee un autoconocimiento, una automoción y una capacidad perceptiva que le han permitido percibirme a mí y, en función tanto de esas circunstancias como de sus propias posibilidades internas, ser agarrado por mi mano. Veámoslo con otro ejemplo: imaginemos que, con mi pie, piso con fuerza una hoja seca y la parto por la mitad. En este caso, no se trata solo de que yo haya percibido la hoja y haya podido pisarla, sino que, a la vez, esa hoja me ha percibido a mí y, en función de su propio autoconocimiento y de sus propias posibilidades, ha «permitido» ser aplastada y partida por mi pie. En este sentido, podríamos llegar a decir que la teoría de Cavendish permite también cuestionar la relación causa-efecto tal y como el racionalismo la entendía, ya que el supuesto efecto no viene provocado por la presunta causa, sino que ambos mantienen una relación de reciprocidad. En el ejemplo anterior, no es solo que mi pie haya provocado que la hoja se parta, sino que éste ha podido partirla gracias a que la hoja, al percibir mi pie, ha iniciado a la vez un automovimiento que le ha permitido dividirse en dos. En otras palabras: todos los elementos que conforman la naturaleza (animales, minerales, etc.) tendrán, en el fondo, la capacidad para percibir, aunque las formas de hacerlo varíen de un ser a otro y de una parte de cada uno de esos seres a otra, en función de sus propias posibilidades. De una manera estricta, por tanto, nos resultaría muy difícil hablar de la existencia de partes inanimadas en la naturaleza, pues todas las partes de todos los cuerpos que componen el cuerpo único que es la naturaleza están vivas y en un proceso de movimiento permanente que es provocado por ellas mismas. COMENTARIO DE TEXTO «Ciertamente creo que hay sentido y razón, o conocimiento sensitivo y racional, no solamente en todas las criaturas, sino en cada parte de cada criatura particular. Pero en tanto que los órganos de los sentidos del ser humano se aúnan en esa parte que llamamos cabeza, creemos que todos los conocimientos se albergan en la cabeza, por lo que, por lógica, la otras partes del cuerpo no ven como los ojos, ni oyen como las orejas, ni huelen como la nariz, ni saborean como la lengua, etc. Todo ello nos hace preferir los movimientos racionales y sensitivos que funcionan en la percepción de los órganos mencionados antes que los movimientos en otras partes del cuerpo. Cuando estas no son menos racionales y sensitivas que ellos, a pesar de que las acciones de su percepción sensitiva y racional son de otra forma. Y que los movimientos de la digestión, crecimiento, deterioro, etc. son tan sensibles y racionales como esos cinco órganos de los sentidos o la cabeza; y el corazón, el hígado, los pulmones, el bazo, el estómago, los intestinos y el resto conocen tan bien su cometido y funciones, y son tan sensibles a sus dolores, enfermedades, constituciones, temperamentos, nutriciones, etc. como los ojos, orejas, orificios nasales, lengua, etc. que conocen sus acciones y percepciones particulares. Por ello, a pesar de que ninguna parte aislada puede conocer las infinitas partes de la naturaleza, cada parte se conoce a sí misma y sus propias acciones, en tanto que tiene automoción.» M. Cavendish. Observations upon Experimental Philosophy. Traducción de Nieves Soriano Nieto en Filósofas. Del olvido a la memoria. Diálogo Cuestiones 1. Explica la tesis principal del texto. 2. Expón la estructura del texto. ¿Es argumentativa o expositiva? 3. Partiendo de la información del texto, ¿en qué se diferencia su visión sobre el conocimiento de las teorías de los autores racionalistas? 195 9 Diálogo

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