Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La modernidad: el problema del conocimiento COMENTARIO DE TEXTO «Por tanto, es un hecho comúnmente observado, primero, que la naturaleza es corpórea y, por ello, divisible; seguidamente, que la naturaleza se mueve por sí misma y, por eso, nunca está en reposo. No quiero decir que se mueva exteriormente, ya que la naturaleza, siendo infinita, contiene todo dentro de ella, y no posee nada fuera o más allá de ella, porque no tiene límites o confines, si no son interiores, por lo que todos los movimientos que existen en la naturaleza, están dentro de ella misma. Y siendo variada e infinita en sus cambios, estos dividen la sustancia o el cuerpo de la naturaleza en partes infinitas.» M. Cavendish. Observations upon Experimental Philosophy Traducción de Nieves Soriano Nieto en Filósofas. Del olvido a la memoria. Diálogo Cuestiones 1. ¿Cuál es la tesis que defiende la autora y qué argumento utiliza para llegar a ella? 2. ¿A qué pregunta filosófica responde el texto? 3. Teniendo en cuenta lo visto hasta ahora, ¿qué otras posibles respuestas a dicha pregunta se dieron en su época o anteriormente? Retomando la crítica al mecanicismo, Margaret Cavendish la reformula a partir de dos conceptos que serán clave en su pensamiento y en su forma de entender los movimientos internos de la naturaleza: el concepto de automoción o automovimiento, por un lado, y el de autoconocimiento, por otro, conceptos ambos que van intrínsecamente unidos. Con el primero de ellos, la automoción o el automovimiento, Cavendish nos explica que, en la naturaleza, todo está en continuo cambio y devenir, pues todo lo que hay se mueve permanentemente. Pero se trata de movimientos internos, propios de cada una de esas partes, es decir, no provocados por ningún tipo de primer motor ni por ninguna fuerza externa. Con el segundo, el autoconocimiento o conocimiento de sí, Cavendish se refiere a que todas las partes en las que se puede dividir la naturaleza, al estar en continuo movimiento, conocen ellas mismas, de una forma innata, cómo han de hacerlo, cuáles son sus movimientos potenciales. La unión de estos dos términos implica que la naturaleza no solo se autorregula, sino que, además, es autónoma o autosuficiente, en tanto que, como ya se ha mencionado, no necesita de ningún Dios externo que inicie sus movimientos internos. Como podemos observar, esta forma de entender la naturaleza es, cuanto menos, controvertida, pues supone afirmar que cada parte de la naturaleza −no solo cada objeto o cada ser, sino también cada parte de cada objeto o cada ser, y cada parte de cada parte de cada uno de ellos, etc.− posee alguna especie de entendimiento interno acerca de su propia capacidad para moverse. Es decir: lejos de aceptar las posturas mecanicistas, en las cuales cada parte de la naturaleza es movida por la acción o el empuje de otra, Cavendish defiende que cada una de ellas posee, en sí misma, un automovimiento y un conocimiento de sí que, en cierto sentido, es consciente. La materia se mueve, sí, pero lo hace por sí misma. De este modo, podríamos decir que Cavendish parece acercarse a la defensa de una postura organicista de la naturaleza, en tanto que esta parece funcionar como un organismo vivo. Un organismo en el que cada parte que lo conforma cumple con una función concreta y se mueve, no solo en función de sus propias posibilidades de movimiento, sino también en relación con todo lo demás. Margaret Cavendish. 193 9 Diálogo

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI3MzI=