Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La modernidad: el problema del conocimiento Una de las consecuencias fundamentales que se derivan, no solo de esta visión panteísta del universo, sino también del hecho de entender todo lo existente como algo que obedece a unas leyes divinas y necesarias, es la defensa de una concepción determinista de la naturaleza. Si todo lo que hay es una manifestación de Dios, entonces no podemos hablar ni de causas finales ni de la existencia de ningún tipo de orden teleológico en el universo. Todo lo que hay, por tanto, es necesario, y nada hay en el mundo que pueda ser distinto a como es, pues todo viene determinado por la propia naturaleza de la sustancia única, que es Dios. No es que lo que hay haya sido creado por Dios, sino que es Dios mismo. Esta postura determinista pone también en cuestión el concepto de libre albedrío, puesto que, si todos formamos parte de Dios, cualquier tipo de acción que realicemos será, en el fondo, una manifestación más de Dios. En otras palabras, podríamos decir que la concepción panteísta de Spinoza no deja lugar ni para el libre albedrío ni para el azar, pues absolutamente todo lo que ocurre lo hace de manera necesaria y es una manifestación de Dios. Los atributos y los modos Según Spinoza, las otras dos sustancias mencionadas por Descartes (la res cogitans y la res extensa) debían quedar reducidas a meros atributos de la sustancia única. Spinoza establece que Dios manifiesta su esencia a través de sus atributos, que son infinitos, aunque nosotros solo podemos llegar a conocer dos de ellos, precisamente los dos que Descartes señalaba como sustancias. Hablamos de la extensión y del pensamiento, cuyo conocimiento es lo que nos permite a los seres humanos concebir la presencia absoluta de Dios en todas partes. Junto a los atributos, Spinoza también introduce el concepto de modo. Los modos son las formas concretas en las que los atributos de Dios se manifiestan. Por ejemplo, los cuerpos individuales son modos que forman parte del atributo de la extensión, o lo que es lo mismo, la extensión de Dios se manifiesta en todos aquellos elementos que tienen extensión, que ocupan un espacio. Por otra parte, los distintos pensamientos individuales que tenemos los seres humanos constituirían los modos en los que se concreta el atributo del pensamiento. Por tanto, afirmar que los seres humanos están formados por una unión de cuerpo (extensión) y alma (pensamiento) implica aceptar que estamos constituidos por ciertas manifestaciones de los atributos de Dios y, como consecuencia, nosotros también formamos parte de él. Los distintos grados de conocimiento A la hora de hablar de la forma en la que los individuos podemos llegar a alcanzar el conocimiento verdadero, Spinoza elabora una teoría epistemológica en la que divide en tres los niveles o grados de conocimiento que los seres humanos poseemos, que son los siguientes: a) En primer lugar, nos encontramos con la opinión y la imaginación, que es aquel tipo de conocimiento que podemos adquirir mediante la experiencia o percepción sensible. Siguiendo la línea propia de las corrientes racionalistas, se trata del conocimiento más básico de todos, que Spinoza limita a lo particular (es decir, al conocimiento de otras cosas o seres individuales en tanto que afectan a mi propio cuerpo) y no nos desvela nada sobre el orden de la naturaleza. Las ideas que nos formamos a través de la sensación no se obtienen mediante ninguna deducción lógica a partir de otras ideas, sino que se limitan únicamente a reflejar experiencias vagas y cambiantes, que nada tienen que ver con el conocimiento científico. Aunque Spinoza no niega la utilidad para la vida de este tipo de conocimiento, sí que menciona que la imaginación puede llevarnos a confusión porque no nos permite llegar a concebir la necesidad de las cosas; más bien todo lo contrario, nos presenta lo que hay como algo sujeto a la contingencia, algo que podría no haber sido o que podría haber ocurrido de una manera diferente. Dentro del conocimiento imaginativo, Spinoza incluye también las ideas universales, como por ejemplo la idea de ser humano, que no son más que imágenes compuestas que se generan de manera confusa a través de las formas en las que otros cuerpos afectan al nuestro. Nebulosa de la hélice, NGC 7293 o El ojo de Dios. 186 9 Diálogo

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