Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

De la teología a la ciencia Con Guillermo de Ockham, finaliza la edad de oro de la filosofía escolástica. Su filosofía representa el momento de la crítica dentro del ámbito de la escolástica. Aunque su objetivo fue, como los filósofos que le antecedieron, restaurar al auténtico Aristóteles. Para comprender su pensamiento debemos tener en cuenta dos aspectos que van a estar presentes en todo momento: • ¿Cómo conocemos la realidad? Ockham maneja una concepción muy rigurosa de la demostración, considerando que es necesario mostrar que una proposición es inmediatamente evidente o que se deduce necesariamente de una proposición inmediatamente evidente. ¿Qué significa que una proposición es inmediatamente evidente? Ockham distingue entre dos tipos de conocimiento: – El conocimiento abstracto, que es un conocimiento de relaciones de ideas en el que se establecen relaciones necesarias entre ellas, pero que no garantiza que las cosas reales se ajusten a dichas ideas. Este tipo de conocimiento no es un conocimiento evidente. Por ejemplo, las relaciones entre causas y efectos. – El conocimiento intuitivo, mediante el que se llega a los hechos y que versa sobre las existencias. Tanto para la tradición agustiniana como para la tomista, el conocimiento consistía en el conocimiento de las esencias, de lo abstracto, dejando al margen lo particular y contingente. Ockham rechaza la posibilidad de dicho conocimiento y afirma que el conocimiento se basa en la intuición sensible, que nos permite entrar en contacto con la realidad individual y concreta. Las proposiciones basadas en dicha intuición son las proposiciones evidentes. El conocimiento intuitivo es el punto de partida del conocimiento experimental y es el que nos permite formular, mediante la generalización las proposiciones universales que constituyen las proposiciones de la ciencia. Por tanto, encontramos en Ockham un fuerte afán por el hecho concreto y por lo particular, mostrando así uno de los empirismos más radicales de la historia de la filosofía. Para explicar el conocimiento, no es necesario pensar en algo (especie o género) que sirva de intermediario entre la cosa conocida y el entendimiento que la conoce. Es la cosa misma, inmediatamente y sin ningún intermediario entre ella y el intelecto, la que es vista o aprehendida. La experiencia nada nos enseña de las llamadas especies, no percibimos las especies y los géneros a través de los sentidos. El objeto y el entendimiento bastan para explicar la intuición sensible y para explicar el conocimiento abstracto que de ella resulta. La intuición sensible deja en el entendimiento una huella de su paso, una imagen, una pintura o retrato que establece en el pensamiento un objeto correspondiente al objeto exterior por ella representado. Su única realidad es la que se encuentra en el alma misma que la produce. Al existir cosas semejantes, se forman imágenes comunes, de forma natural, que valen para varios objetos. A esa comunidad construida en el entendimiento se reduce la universalidad. • Ockham hace un uso constante del principio aristotélico de economía de pensamiento: no hay que multiplicar los seres sin necesidad, principio conocido como la «navaja de Ockham». Aunque no se encuentra explícitamente en sus obras, este principio se basa en la defensa del conocimiento intuitivo: si no se puede admitir la existencia de aquello de lo que no se tiene evidencia inmediata, solo podrá afirmarse la existencia de aquello que se conoce mediante experiencia directa, es decir, «Los entes no deben multiplicarse sin necesidad» o «Es vano hacer con más lo que puede hacerse con menos». Si se puede dar una explicación sin suponer entes hipotéticos, no es necesario suponerlos. • Problema de los universales. Teniendo como punto de partida la necesidad del conocimiento intuitivo y el principio de economía de pensamiento, Ockham defiende la posición nominalista en este problema. De este modo, las esencias y las causas van a ponerse en cuestión. No es necesario ningún mundo de las ideas que duplique el mundo real al modo platónico, ni ningún proceso de abstracción dirigido hacia un conjunto de ficciones, las esencias, que termina por alcanzar cierta autonomía e independencia frente al mundo real, como ya postulaba Aristóteles. El concepto formado en la mente (por ejemplo, naranja) constituye el símbolo natural de la realidad misma (la naranja real existente), que los seres humanos fijan arbitrariamente por medio de palabras (naranja). Las únicas sustancias existentes son las cosas individuales y sus propiedades. Lo universal existe en el alma del sujeto que conoce y solo allí. Por tanto, carece de existencia real. 170 8 Diálogo

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