Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

De la teología a la ciencia • El conocimiento de Dios. Una vez demostrada la existencia de Dios, queda preguntarse por su conocimiento: ¿qué es Dios?, ¿cómo conocer su naturaleza? Nuestro intelecto es finito, mientras que Dios es infinito, por tanto, no nos permite penetrar en él. Así pues, nuestro conocimiento de Dios siempre va a ser externo, limitado. Según Tomás, podemos conocer a Dios mediante dos vías: – La vía negativa, propuesta y desarrollada por la «teología negativa» de autores como Agustín o Pseudo-Dionisio. Consiste en negar de la esencia divina todo lo que no puede pertenecerle, como el movimiento, el cambio, la pasividad o la composición, llegando a Dios como el ser inmóvil, inmutable, perfectamente en acto y absolutamente simple. Es decir, Dios es la negación del mundo que conocemos a través de los sentidos. – La vía positiva nos permite conocer a Dios mediante la analogía. Al existir siempre una semejanza entre el efecto y su causa, se puede nombrar a Dios según las analogías que subsisten entre las cosas y él, es decir, entre lo creado (el efecto) y su creador (la causa). Los predicados como «es bueno», «es sabio», «es justo» que aparecen en la Biblia son atribuibles a Dios como analogado principal, es decir, describen la naturaleza de Dios analógicamente. Por tanto, la esencia de Dios consiste en todos los atributos y perfecciones de las que hayamos encontrado algún rastro en los seres creados: bueno, único, inteligente, omnisciente, voluntario, libre y todopoderoso. • La creación. Dios es el creador del mundo y contiene virtualmente el ser y las perfecciones de todas las criaturas. La creación es el modo según el cual todo ser emana de la causa universal, ex nihilo, de la nada. La existencia de las criaturas es radicalmente contingente respecto a Dios, es decir, es fruto de una decisión libre y voluntaria de Dios, el cual ni aumenta ni disminuye por la existencia de las criaturas. La relación entre la criatura y su creador es la de la participación, de modo que las criaturas poseen una perfección que preexistía en Dios y que todavía se encuentra en él. Participar no es ser una parte de aquello de lo que se participa, es tener su propio ser y recibirlo de otro ser, y el hecho de recibirlo de él es precisamente lo que prueba que no se es él (a diferencia del panteísmo). Según Tomás, la creación responde a diversos grados de perfección. Las perfecciones descienden desde Dios hacia las cosas. Todas las criaturas están dispuestas según un orden jerárquico de perfección, yendo desde las más perfectas a las menos perfectas. Por una parte, los ángeles, criaturas incorpóreas e inmateriales que no están constituidos por materia y forma y, por lo tanto, son simples. Por otro lado, los seres humanos: compuestos de cuerpo y alma. Por su alma, el ser humano se aproxima a los ángeles. Abraham y los tres ángeles, de Marc Chagall (1966). 167 8 Diálogo

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