Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

De la teología a la ciencia Como gran aportación al pensamiento, destaca la distinción entre esencia y existencia. En su Gema de la Sabiduría, Al-Farabi parte de la distinción lógica aristotélica entre la noción de lo que una cosa es y su existencia, y lleva a cabo una distinción metafísica. Aristóteles afirma que, que una cosa sea, no implica que exista. Por ejemplo, podemos afirmar que un unicornio es, tiene una esencia, pero no existe, es decir, no se da en el mundo. Del sujeto unicornio podemos predicar características como «es un animal volador», pero difícilmente podemos afirmar que «el unicornio existe». Al-Farabi concluye con una distinción metafísica: a) Los seres naturales son contingentes. Este libro, esa mesa, o tú mismo, son cosas que existen pero podrían no haber existido. La esencia de libro podemos decir que recoge características como tener páginas, una portada y contraportada, etc., pero existir no forma parte de su esencia; es decir, la existencia no es una característica esencial del libro. Las cosas, afirma Al-Farabi, reciben y pierden la existencia, pueden existir o no hacerlo. Si la existencia formara parte de la esencia, no podríamos pensar en la posibilidad de un libro no existente. Todo libro pensable, existiría. Por tanto, las cosas son contingentes en cuanto que la existencia no forma parte de su esencia. b) Entonces, ¿de dónde reciben las cosas su existencia? Según el filósofo árabe, los seres contingentes surgen de una causa que tiene como esencia la existencia, a saber, Dios. Dios crea por emanación en diversos grados. Por tanto, los seres no son resultado de una creación a partir de la nada, sino que emanan de Dios (tal y como defendían en la Antigüedad los neoplatónicos). Dios es, por ello, un ser necesario, sin el cual no habría nada de lo que hay. Para que las cosas contingentes existan, ha de haber un ser necesario que sea el que les proporcione la existencia. Ese ser es Dios. La distinción entre esencia y existencia que formula Al-Farabi, la reformará en el siglo xiii Tomás de Aquino y tendrá una gran influencia en la metafísica occidental posterior. Como buen filósofo sufí, Al-Farabi consideraba que el fin del ser humano es la unión con Dios, el «primer motor inmóvil» y fuente del conocimiento, como hizo el profeta Mahoma. En cuanto a la política, el filósofo árabe afirmaba la necesidad de una organización mundial para lograr la felicidad supraterrena, en la unión de las almas de los vivos y los muertos. Avicena (ibn Sīnā) (Bujará, actual Uzbekistán, 980 - Hamedan, actual Irán, 1037) Conocido por los filósofos cristianos del siglo xiii, destacó por poseer un saber enciclopédico que incluía medicina, geometría, física, teología y jurisprudencia. Aunque se dedicó a la medicina, escribió más de cien obras, entre ellas una autobiografía y un Canon de la medicina que fue utilizado ampliamente por todos los médicos. La Metafísica de Aristóteles dejó gran huella en él y se cuenta que la leyó unas cuarenta veces hasta sabérsela de memoria, aunque no acabara de comprenderla. Cuando creyó haberla entendido, gracias al comentario de Al-Farabi, salió a dar limosnas a los pobres en señal de gratitud. Su interpretación de Aristóteles, recogida en su obra Kitāb al-Shifā o Libro de la Curación y traducida al latín en Toledo, mezclada con algunos elementos de neoplatonismo, tuvo gran influencia en la filosofía occidental. Reelaboró y sistematizó el trabajo de Al-Kindi y Al-Farabi, y ha sido considerado como uno de los grandes sabios de la época. • Relación entre fe y razón: afirma que la filosofía ayuda a llegar a la verdad revelada. A la revelación profética se debe añadir, por tanto, el discurso racional y la demostración. El filósofo debe aclarar los fundamentos de la verdad revelada, aunque la verdad del profeta está más allá de la razón. • Problema de los universales: en el ámbito de la lógica, Avicena distingue entre el «objeto primero del entendimiento», que es el individuo concreto, y el «objeto segundo del entendimiento», que es el conocimiento de la realidad universal. El conocimiento del universal, por tanto, pertenece al ámbito de la lógica y se trata de una realidad mental, una esencia distinta de las demás. Dicha esencia es el resultado de un proceso de abstracción llevado a cabo por el pensamiento y expresa la realidad y la distingue. Si la ciencia trata sobre los individuos concretos, sobre los objetos primeros del entendimiento, la lógica se encarga del conocimiento de los universales, los objetos segundos. Estos están antes de las cosas (el concepto de gato existía antes de que Dios creara a los gatos a partir de él), en las cosas (en cada gato está la esencia que le hace ser gato), y después de las cosas (cuando el ser humano conoce algunos gatos y abstrae su esencia). Avicena. 8 160 Diálogo

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