Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

De la teología a la ciencia 3.2. HILDEGARD VON BINGEN Nacida en Bermersheim, Hildegard (1098-1179) fue la más pequeña de diez hermanos de una familia noble de Renania-Palatinado (Alemania). Fue entregada a la Iglesia como diezmo por su familia a los 8 años y acogida por Jutta von Sponheim, quien se hizo cargo de su educación en un anexo a la abadía de Disibodenberg. Allí aprendió griego y latín, y tuvo acceso a los libros y al saber de los benedictinos. Al morir Jutta, Hildegard, de 16 años, fue nombrada abadesa. Hildegard afirmaba tener visiones de imágenes de luces y colores, desde los tres años, «una luz tal que mi alma temblaba». En 1141 tuvo una visión en la que recibía la orden de transmitir estas visiones. Como abadesa, Hildegard manejó muy bien su relación con las autoridades eclesiásticas, fundamentalmente hombres, y estableció relación epistolar con Bernardo de Claraval (fundador de la orden cisterciense y uno de los fundadores de la mística medieval) para saber el origen de sus visiones y qué debía hacer (si eran provenientes de Dios o del Diablo). En 1147 recibió el respaldo del papa Eugenio III para poder escribir y hablar de las mismas. A diferencia de muchas otras visionarias que fueron condenadas por la Iglesia, Hildegard recibió el beneplácito de la Iglesia y pasó de visionaria a profeta. Esto hizo que comenzara a transcribir y dibujar todas sus visiones. En el año 1148 fundó el primer monasterio benedictino para mujeres, cerca de Bingen, consagrándose como la primera mujer que podía predicar, rompiendo así varias normas de la época. Por las visiones que tuvo, fue conocida como la «sibila del Rin» o la «profetisa teutónica». Viajó por Alemania predicando hasta los 70 años para reformar al clero, en su opinión corrupto y apegado a las riquezas y al poder. Hildegard promulgaba una vida monástica más rigurosa y trataba de luchar contra la herejía de los cátaros. Fue abadesa en Rupertsberg hasta que falleció en 1179. En 2012 el papa Benedicto XVI la beatificó y en 2013 fue proclamada Doctora de la Iglesia. Hildegard von Bingen representa a una mujer que se enfrentó a los límites de su época y supone un modelo de mujer sabia y científica. Hildegard von Bingen escribió nueve libros, poemas y canciones. Destaca Scivias, obra que compuso entre 1141 y 1151, y en la que recoge y describe treinta y cinco de sus ilustraciones que representan sus visiones. También escribió el Libro de la medicina simple, el Libro de las cosas divinas, el Libro de las cosas humanas, Lingua ignota, y obras musicales como la Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestes. Hildegard dominó todas las ramas del saber de la época, siendo mística, científica, botánica, escritora, teóloga, poeta, compositora de música, médica, naturalista y profetisa. Adquirió fama como mujer sabia en su época y recibía y contestaba muchas cartas (se conservan más de 300 en alemán y latín), en las que tanto mujeres como hombres ilustres de su época, como Enrique II de Inglaterra, Leonor de Aquitania, emperadores, papas y nobles, le pedían consejos médicos. En Hildegard se cruzan la tradición visionaria y la recopilación del saber erudito desarrollado en los conventos benedictinos. En un contexto en el que las mujeres eran consideradas como las «herederas de Eva» o la «puerta del diablo», y tan solo podían desarrollar una labor intelectual en los conventos, Hildegard von Bingen se convirtió en una de esas abadesas eruditas, como también lo fueron Herrad de Landsberg (1125-1195) o Héloïse d’Argentuil (1100-1163). El impulso de la sabiduría y la búsqueda de un conocimiento cada vez mayor se vieron respaldados por el acceso al saber que, por entonces, se limitaba a los conventos y monasterios. Se dedicó al estudio de la teología, de la interpretación de las Sagradas Escrituras y de la filosofía, al mismo tiempo que se dedicaba a la investigación científica, aunque la principal fuente de conocimiento en Hildegard es de índole mística (visión y audición). El infierno ilustrado por Herrad de Landsberg en Hortus deliciarum. 156 8 Diálogo

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