Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

y según el contexto histórico del momento, pero en el fondo late una misma preocupación. Por ejemplo, la pregunta de los filósofos presocráticos por el origen y sustrato de la realidad (el arché) es la misma, en el fondo, que la planteada por Descartes en su teoría de las sustancias o aquella a la que se enfrentan Leibniz en su monadología, Margaret Cavendish en su atomismo o algunas de las obras de corrientes artísticas del pasado siglo como el cubismo o el surrealismo. Así pues, el problema o pregunta que dirige nuestro texto tiene otras respuestas por parte de pensadores y pensadoras, y artistas, del mismo o de otro tiempo, que pueden expresarse a través de diversos formatos. Y somos nosotros los que debemos exponer y confrontar en nuestro ejercicio esas diferentes soluciones. Es importante que no nos limitemos a explicarlas una detrás de otra, sino que hagamos el esfuerzo de analizar las diferencias y similitudes, teniendo siempre en cuenta el contexto de cada documento. Debemos tener muy clara la pregunta filosófica que comparten para, desde ahí, formular las coincidencias y las diferencias en el tratamiento y respuesta de la misma. Esto es lo que verdaderamente se nos pide en este ejercicio: el análisis comparativo de ideas. Un conocimiento particular del contexto filosófico del autor de nuestro texto, por una parte, y una perspectiva general y panorámica de la historia de la filosofía y de la cultura nos ayudarán a descubrir similitudes y diferencias en los planteamientos y respuestas de cada época. c) El tercer ejercicio que se nos plantea es la actualización del asunto tratado en el texto mediante una disertación, esto es, una reflexión personal, rigurosa y seria, que dé cuenta de la vigencia y la relevancia del problema tratado en nuestros días. Y es que los problemas y las preguntas de los filósofos, como decíamos más arriba, vuelven una y otra vez renovados y actualizados, van transformándose conforme cambian las sociedades. De ahí el interés por la historia de la filosofía, que no es sino un diálogo con filósofos y filósofas que ya pensaron en su contexto nuestros mismos problemas. Algunos ejemplos: el clásico problema del ser y la apariencia resurge en nuestros días con la aparición de la realidad virtual; el problema también clásico del conocimiento y de la verdad se renueva en la actualidad con la irrupción de las redes sociales y las fake news; o la pregunta por el ser humano adquiere nuevas incógnitas con la inteligencia artificial, la robótica, la ingeniería cíborg o la ingeniería biológica. En nuestro ejercicio, debemos ser capaces de reconocer la actualidad del problema del texto (o algunas de sus derivadas) para, a continuación, volver a pensar dicha cuestión desde nuestro propio contexto y, finalmente, crear un nuevo texto. Ahora somos nosotros quienes nos formulamos la pregunta que descubrimos en nuestro anterior análisis del texto, quienes hacemos nuestro aquel interrogante e, incluso, quienes sopesamos y enjuiciamos lo dicho al respecto por el autor o autora, en un comentario crítico en el que manifestamos nuestra posición alternativa (si la tuviéramos). Al fin y al cabo, lo que hacemos es crear una respuesta alternativa y personal a la tesis del texto aportando ejemplos actuales que justifican que sigue siendo necesaria esta reflexión. En nuestra exposición deberemos tener en cuenta algunos aspectos, muchos de los cuales fueron analizados y exigidos al autor en nuestro comentario. Nuestra disertación debe, pues, seguir ciertas pautas que valoramos en todo texto filosófico expositivo o argumentativo. La disertación La disertación es un texto filosófico de nuestra autoría en el que vamos a repensar y a actualizar el problema tratado en el texto, valorándolo desde nuestro propio lugar personal. Nosotros somos ahora los filósofos y filósofas. Para ello debemos tener presentes algunas recomendaciones, relacionadas con lo expuesto en el análisis de texto. En primer lugar, debemos utilizar todos esos elementos que hemos incluido como importantes en un análisis de texto. Así, habremos de tener claro el problema o pregunta al que queremos dar respuesta, la idea fundamental que queremos transmitir (nuestra tesis), y desarrollar y fundamentar esa idea de manera ordenada y clara. Para mostrar la estructura, ese orden que debe tener nuestro texto, podemos utilizar recursos muy sencillos: cada idea y su explicación en un párrafo separado del siguiente por un punto y aparte; destacar las ideas principales mediante un subrayado, una mayúscula (o una negrita o una cursiva, si escribimos en un ordenador), etc. Esta forma de nuestro escrito nos mostrará de entrada, visualmente, la estructura de nuestro texto y dará la impresión de que nuestras ideas están claras y ordenadas en nuestro papel y en nuestra mente, facilitando además la comprensión del lector. Los escritos que son un único párrafo del principio hasta el final, son como un océano de palabras en el que cuesta mucho más sumergirse. Analizar es separar, descomponer los elementos de un todo. Por lo tanto, si en Diálogo

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