Muestra Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

10 El origen y el fundamento de la sociedad y el poder El origen y el fundamento de la sociedad y el poder ÍNDICE 1 Del pensamiento político medieval a la teoría del contrato social 2 El estado de naturaleza y el contractualismo clásico 3 Principales figuras del contractualismo clásico 3.1. Thomas Hobbes y el absolutismo 3.2. John Locke y los derechos naturales 3.3. Jean-Jacques Rousseau y la voluntad general 1 DEL PENSAMIENTO POLÍTICO MEDIEVAL A LA TEORÍA DEL CONTRATO SOCIAL Como vimos en la secuencia 7, durante la Edad Media fe y razón estaban estrechamente relacionadas. No solo la filosofía servía para tratar de demostrar la existencia de Dios, sino que, en el plano de la política, las reflexiones iban encaminadas a justificar una forma de organización social en la que Iglesia y Estado eran dependientes entre sí. Los gobernantes lo eran por mandato divino y, en muchas ocasiones, sus leyes estaban supeditadas a los dogmas religiosos, ya que estos obedecían a los dictados de la Iglesia, que al fin y al cabo era la institución que representaba a Dios en la Tierra. En Occidente, en aquellos años previos a la época moderna, convivían en la sociedad dos órdenes —Agustín de Hipona hablaría de dos brazos— diferentes: el espiritual, representado por la Iglesia y cuyo máximo exponente era el Papa, y el terrenal o temporal, que se ocupaba de otros asuntos mundanos, más vinculados con cuestiones tales como imponer justicia o sancionar aquellas conductas contrarias a los códigos escritos. Sin embargo, el primero de esos brazos, el espiritual, era siempre superior al segundo, que debía subordinarse a aquel, especialmente en caso de conflicto entre ambos. La Iglesia, por tanto, gozaba de un enorme poder en el desarrollo de la política occidental, persiguiendo a aquellas personas que se opusiesen a sus dogmas. No obstante, de manera paralela al desarrollo de una nueva corriente epistemológica, a lo largo de la Edad Moderna se lleva a cabo una especie de revolución dentro del ámbito del pensamiento político, propiciada en gran parte por la puesta en duda de esa «necesaria» relación entre la política y la religión, es decir, entre el Estado y la Iglesia. A medida que la teoría del conocimiento se va alejando cada vez más de su vinculación con la fe, también el pensamiento político comienza a distanciarse de la religión, y empieza a cuestionarse que el orden espiritual y el terrenal tengan que ir de la mano. Es durante este último periodo cuando surgen las denominadas teorías contractualistas, que plantean nuevos escenarios políticos y formas de gobierno, no en función de los mandatos divinos, sino de cómo se presupone que somos y nos comportamos, por naturaleza, los seres humanos. 2 EL ESTADO DE NATURALEZA Y EL CONTRACTUALISMO CLÁSICO Una de las principales preocupaciones del pensamiento político moderno versa sobre cuál es la mejor forma en la que los seres humanos deben organizarse para poder vivir y convivir en sociedad. Sin embargo, esta reflexión, que ha venido realizándose desde los mismos orígenes de la filosofía —recordemos la República de Platón—, cobra aquí un nuevo sentido, y lo hace a partir de tres conceptos esenciales en la historia del pensamiento político: el concepto de estado de naturaleza, el de pacto o contrato social y el de sociedad civil. No se trata de analizar tan solo cuál es la mejor forma de gobierno, sino de intentar establecer de dónde venimos y, a partir de ahí, ver hacia dónde debemos caminar. De la unión de esos tres conceptos surgen las teorías contractualistas. Cuando se habla de estado de naturaleza o de estado primitivo, nos estamos refiriendo a esa supuesta situación en la que se encontraban los seres humanos antes de su unión en sociedad, antes incluso de establecer cualquier tipo de norma o sistema de leyes que delimite y condicione nuestro comportamiento. Hablamos de una hipótesis que sirve para imaginar cómo vivíamos y nos comportábamos los seres humanos de manera natural, antes de la instauración del estado civil, antes de que las normas políticas, culturales o morales que ahora tenemos rigiesen nuestras vidas. ¿Cómo es el ser humano por naturaleza? ¿Cuáles son nuestros comportamientos innatos? ¿Somos seres sociales, solitarios, egoístas, malvados, bondadosos? Ante la ausencia de conocimientos seguros acerca de ese presunto estado primitivo en el que, alguna vez, tuvimos que haber vivido, numerosos autores elaboraron distintas hipótesis sobre cómo pudo ser. Se trata de un ejercicio imaginativo, puramente especulativo, que nunca sucedió, pero que nos lleva a conjeturar cómo fuimos para, inmediatamente después, tratar de establecer cuál es la mejor forma de organizarnos políticamente para poder convivir en paz. Y ahí es donde aparece el segundo de los conceptos clave: el concepto de pacto o contrato social. Leviatán, de Giacomo Rossignolo. Pastoral, de Henri Matisse. 13 10 El origen y el fundamento de la sociedad y el poder El origen y el fundamento de la sociedad y el poder DEBATE Dividid la clase en dos grupos: uno defenderá que el ser humano es bueno por naturaleza; el otro argumentará justo lo contrario. Tratad de construir una serie de argumentos que sirvan para justificar vuestra postura y, a continuación, realizad un debate en clase para defenderla. LECTURA Y DISERTACIÓN Son muchas las obras literarias, cinematográficas, pictóricas, etc. que tratan el tema de la naturaleza moral en el ser humano. Sugerimos la lectura de una breve y famosa novela de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Tras la lectura, proponemos una disertación: «La naturaleza moral del ser humano». Las siguientes preguntas os ayudarán a reflexionar sobre el tema: ¿Cómo se constituye nuestra personalidad moral? ¿Existe una bondad o maldad innata en la naturaleza humana? ¿Son nuestros actos los que la configuran? ¿Son modos de ser totalmente aprendidos y desarrollados con su ejercicio en nuestra vida social cotidiana? ¿Qué determina nuestras acciones morales: nuestra naturaleza o nuestro entorno? Entonces, ¿somos libres a la hora de actuar moralmente? Igual que el estado de naturaleza, el contrato o pacto social es una hipótesis mediante la cual diversos autores tratan de explicar cuál es el tipo de acuerdo al que los seres humanos se vieron obligados a llegar para salir de ese estado primitivo en el que se encontraban. El pacto social es el acuerdo fundacional que permite a los seres humanos salir del estado de naturaleza y constituir una sociedad civil a partir del establecimiento de una serie de reglas que servirán para regular la vida y el comportamiento de todas aquellas personas que se hayan sometido a la firma del pacto. Se trata, por tanto, de un acuerdo realizado en el interior de un grupo por parte de sus propios integrantes, y que parte siempre de la idea de que todos los miembros del grupo están de acuerdo con la firma de ese contrato social, que se realiza libremente y por voluntad propia. Se trata de un contrato que obliga a todas sus partes y que nos permite establecer la existencia de una autoridad, una forma de gobierno y unas normas y leyes a las que someternos. Una vez firmado ese contrato social, llegamos por fin al tercer elemento: la sociedad civil, que es la forma de organización social y política que resulta de la realización del contrato. Hablamos, por tanto, de una sociedad regida por una serie de leyes, derechos y obligaciones a los cuales deben someterse todos sus miembros, pues son ellos los que, libremente, han accedido a formar parte de esta sociedad. 3 PRINCIPALES FIGURAS DEL CONTRACTUALISMO CLÁSICO 3.1. THOMAS HOBBES Y EL ABSOLUTISMO La teoría política de Thomas Hobbes (1588-1679) se recoge en el libro titulado Leviatán (1651), nombre que hace referencia a un monstruo bíblico capaz de infundir un terror desmedido a quienes se encuentran ante su presencia. En la teoría de Hobbes, el Leviatán es el Estado, y no podemos hablar de ciudadanos, sino de súbditos sometidos a esa poderosa y temible bestia. Hobbes concibe al ser humano como un ser malvado y egoísta, lo que le lleva a presuponer que el estado de naturaleza es un estado problemático, un estado de guerra de todos contra todos en el que reina el caos, la violencia y la anarquía. En esa situación, no hay más que un miedo continuo y una inseguridad constante, puesto que no existen las nociones de justicia, derecho o moral, ya que estos conceptos, lejos de ser naturales, obedecen a un acuerdo que aún no se ha producido. Según Hobbes, en el estado de naturaleza los seres humanos son iguales entre sí y gozan de todos los derechos, pero eso incluye también el derecho a hacer y conseguir lo que se desee incluso en perjuicio de los demás. Por tanto, podríamos decir que es cierto que en ese estado previo a la instauración de la sociedad civil los seres humanos viven con libertad, pero se trata de una libertad que viene acompañada por el miedo a una muerte violenta y la necesidad de luchar por la propia conservación, fruto precisamente de ese carácter malvado que nos caracteriza. Sin embargo, el ser humano es también un ser racional, alguien capaz de analizar las consecuencias de sus actos, modificarlos y buscar soluciones. Es eso lo que le acabará llevando a aliarse con los demás y a firmar un pacto social, un pacto necesario con el fin de garantizar la seguridad física de todos los firmantes. El objetivo del pacto, por tanto, será el de alcanzar la paz y la seguridad colectiva. Hay que tener en cuenta que Hobbes vivió en Inglaterra una guerra civil en 1642 que debilitó el poder del Estado y que llevó a una situación de caos y desorden indeseable, similar a lo que luego entendió que podía ser el estado de naturaleza. Homo homini lupus, ‘el hombre es un lobo para el hombre’. Se trata de una frase que se popularizó gracias a Thomas Hobbes, quien la utilizó para referirse a esa naturaleza malvada que él presuponía en los seres humanos y que los llevaba a enfrentarse continuamente con sus semejantes. La frase, sin embargo, es del dramaturgo griego Plauto, de una obra titulada Asinaria, escrita en torno al año 211 a. C. En pocas palabras, podríamos decir que las teorías políticas contractualistas lo que hacen es formular la hipótesis de que existió un estado de naturaleza en el que los seres humanos se encontraban antes de vivir en sociedad, un estado previo al nacimiento de la sociedad civil; y, en función de cómo se imagine dicho estado, habrá diferentes tipos de contratos y diferentes tipos de sociedades resultantes. Tras imaginar ese estado primitivo, los autores contractualistas buscan razones por las cuales los individuos quieren abandonar ese estado y fundar una sociedad civil. En definitiva, podríamos decir que la teoría política del contrato social trata de explicar el origen y el propósito del Estado. Sin embargo, no todos los pensadores han imaginado el estado de naturaleza del mismo modo. Cuando hablamos del contractualismo clásico, los tres autores más relevantes son Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau. Cada uno de ellos tiene una visión diferente acerca del comportamiento natural de los seres humanos. Vamos a analizar la teoría de cada uno de ellos de una forma algo más completa. ESTADO DE NATURALEZA ¿Cómo se comportaban los seres humanos antes de vivir en sociedad? CONTRATO SOCIAL ¿Qué pacto firman los individuos para salir del estado de naturaleza y con qué finalidad? SOCIEDAD CIVIL ¿Qué normas de convivencia y formas de gobierno se establecen una vez firmado el pacto? Portada del libro Leviatán, por Abraham Bosse. LECTURA Y DEBATE Proponemos la lectura de la novela El señor de las moscas, de William Golding (también podemos ver alguna de las versiones cinematográficas). El debate, apoyándose en las situaciones de la trama de la novela, y utilizando también ejemplos de nuestra actualidad y de la vida cotidiana del alumnado, discutirá el alcance de la frase «El hombre es un lobo para el hombre». 14 15 10 10 El origen y el fundamento de la sociedad y el poder El origen y el fundamento de la sociedad y el poder Esa naturaleza malvada del ser humano lleva a Hobbes a postular que la única forma posible de unirnos en sociedad y garantizar nuestra seguridad es mediante la instauración de un soberano con poder absoluto. Necesitamos una autoridad cuyo poder se extienda sobre todos sus súbditos y que sea capaz de poner orden. Es más: el soberano no debe estar ni siquiera sometido a las obligaciones que el resto de personas asumen una vez firmado el pacto, sino que queda fuera de este. Tras la firma, los individuos ceden sus derechos al soberano único con el fin de que este se encargue de garantizar su seguridad física y su vida. Sin embargo, aunque tengamos que ceder todos nuestros derechos y libertades al soberano absoluto, Hobbes sí que establece un límite: el derecho de autoconservación, es decir, la libertad para defender el propio cuerpo. Si los seres humanos han pactado salir del estado de naturaleza precisamente para asegurar su supervivencia, entonces el Estado, a pesar de que ostenta el derecho de matar, no tendrá nunca el derecho de exigir a sus súbditos que sean ellos mismos los que acaben con su propia vida, pues eso sería un acto antinatural: «si el soberano ordena a un hombre (...) que se mate, se hiera o se mutile a sí mismo o que no resista a quienes lo ataquen, o que se abstenga del uso de alimentos, (...) o de cualquier otra cosa, sin la cual no puede vivir, ese hombre tiene libertad para desobedecer». En la práctica, podríamos decir que el sistema de gobierno propuesto por Hobbes se asemejaría a una dictadura, puesto que estamos ante un contrato de sumisión, un contrato entre desiguales, ya que la persona que recibe el poder permanece fuera del pacto, mientras que se obliga al resto a someterse a él. No se trata de una soberanía compartida, sino que la ostenta únicamente el soberano, que es quien dicta las leyes y el que posee el poder absoluto. Además, a los firmantes del pacto no les está permitido el derecho de rebelión o sublevación —a diferencia de lo que ocurrirá con el contrato social defendido por Locke—, puesto que cualquier revocación del pacto conlleva el riesgo de caer de nuevo en aquel estado de guerra de todos contra todos, que es precisamente de lo que intentábamos huir. Sí que les estaría permitido, sin embargo, la libertad de desobedecer al soberano cuando este les obligue a realizar alguna acción que tenga que ver con la aniquilación o mutilación del propio cuerpo, pues, como ya se ha mencionado, ese es precisamente el único límite del Estado. COMENTARIO DE TEXTO «(…) la multitud así unida en una persona se denomina Estado, en latín, Civitas. Esta es la generación de aquel gran Leviatán, o más bien (hablando con más reverencia), de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa. Porque en virtud de esta autoridad que se le confiere por cada hombre particular en el Estado, posee y utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de conformar las voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país, y para la mutua ayuda contra sus enemigos, en el extranjero. Y en ello consiste la esencia del Estado, que podemos definir así: una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común. El titular de esta persona se denomina soberano, y se dice que tiene poder soberano; cada uno de los que le rodean es súbdito suyo». T. Hobbes. Leviatán. Fondo de Cultura Económica Búsqueda de información y tabla comparativa Thomas Hobbes no es el único autor que considera que el ser humano no es bueno por naturaleza. Dentro de esta postura encontramos, por ejemplo, a Nicolás Maquiavelo (14691527). Busca información sobre el pensamiento político de este autor y realiza una tabla de similitudes y diferencias con respecto a las ideas propuestas por Hobbes. ANÁLISIS FILOSÓFICO A PARTIR DE IMÁGENES Observa detenidamente el siguiente mural de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (Perú) y responde a las siguientes cuestiones: 1. Haz una descripción completa de la imagen: personajes, composición, colores, situaciones, etc. ¿Qué pretende transmitir? 2. Interpreta la imagen teniendo en cuenta lo que acabas de aprender sobre las teorías de Hobbes. ¿Con qué problemática filosófica podemos vincularla? Justifica tu respuesta. 3. Disertación: compara la imagen con la situación de nuestras sociedades contemporáneas en este mundo globalizado. 4. ¿Qué función puede tener un mural como este? Ten en cuenta el contexto. 3.2. JOHN LOCKE Y LOS DERECHOS NATURALES A diferencia de la teoría propuesta por Thomas Hobbes, John Locke concibe el estado de naturaleza como un estado de armonía y libertad entre los individuos, un estado con un cierto orden natural. En dicho estado, las personas no solo son capaces de reconocer sus obligaciones con respecto al resto, sino que además disfrutan de tres derechos naturales que les han sido otorgados por Dios: la vida, la libertad y la propiedad privada. El problema es que los individuos, a pesar de no ser malvados por naturaleza, tienen una cierta tendencia al egoísmo, a buscar su propio beneficio. Al no existir jueces ni gobierno en el estado de naturaleza, cada individuo se convierte en intérprete, juez y ejecutor de las infracciones contra la ley o el derecho natural: en el estado de naturaleza «todos son reyes». Esa tendencia al egoísmo provoca que los tres derechos naturales se vean amenazados. En este contexto, la firma de un contrato social se ve como la única solución posible, y los seres humanos acuerdan ceder parte de sus libertades a cambio de la protección de esos derechos. Cuestiones 1. Identifica la idea principal del texto y muestra la estructura que sigue el autor para llegar a ella. 2. ¿Cuál es la pregunta filosófica que aborda el texto? 3. Desarrolla otra posible respuesta a la pregunta que has formulado en el punto anterior. 4. Desarrolla una breve disertación en la que intentes continuar con la reflexión que se plantea en el texto, tratando de aportar ejemplos que justifiquen que esta reflexión sigue siendo necesaria. 16 17 10 10 Cada secuencia didáctica empieza con un índice de contenidos pormenorizado, a partir de los saberes básicos del decreto. ESTRUCTURA DE LAS SECUENCIAS DIDÁCTICAS Se exponen los problemas, las preguntas y las respuestas de las diferentes escuelas, autores y autoras que se tratan. Al inicio del libro se incluye un apéndice con recomendaciones para abordar tanto el comentario de texto como el análisis filosófico de imágenes, una herramienta fundamental para afrontar con éxito la nueva EBAU. Se intercalan esquemas, biografías, aclaraciones de conceptos y otros aspectos relevantes para la reflexión sobre los contenidos y la comprensión de los diversos contextos en los que se generaron.

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