Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La antropología en la filosofía clásica 3.2. EL SER HUMANO: EL ALMA INMORTAL HABITANDO UN CUERPO MORTAL La visión que Platón tiene del ser humano se basa en su creencia –de origen pitagórico y órfico–, de que los seres humanos tienen un alma inmortal y un fin trascendente en la vida que va más allá de su existencia corporal y terrenal. Platón entiende al ser humano formado por dos elementos independientes: un cuerpo mortal y un alma inmortal. • El alma (psique) es para Platón el elemento principal del ser humano, es inmaterial e inmortal. Platón la considera el principio que da vida al cuerpo. Al igual que Sócrates, Platón considera que es el verdadero yo del individuo. Está dotada de capacidad de razonamiento y aspira a la virtud y a la sabiduría, por lo que su función principal es el conocimiento, entendiendo por tal el conocimiento del mundo de las Ideas. Este conocimiento es posible porque en el alma hay cierto «recuerdo» innato, borroso y confuso, de las Ideas; este recuerdo puede hacerse más claro y luminoso al contemplar sus copias sensibles, pero, sobre todo, cultivando la filosofía con la inteligencia. • El cuerpo (soma) es el elemento material y mortal, subordinado al alma. Pertenece al mundo de las cosas sensibles y es, por tanto, corruptible. Platón tiene una concepción no demasiado positiva del cuerpo, al que –repitiendo ideas órficas y pitagóricas–, considera la cárcel o la tumba, de la que el alma anhela liberarse. Platón ve en el cuerpo una simple envoltura material y pasajera del alma, y una fuente de apetitos y deseos que inclinan al alma a la posesión de lo material, a la ambición y a la búsqueda de placeres, apartándola de su verdadero fin: el conocimiento y la virtud. El alma flotando sobre el cuerpo, de Robert Blairs. El espíritu de Platón, de William Blake. COMENTARIO DE TEXTO «Mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la verdad. En efecto, son un sin fin las preocupaciones que nos procura el cuerpo por culpa de su necesaria alimentación; y encima, si nos ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de imágenes de todas clases, de un montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya no nos es posible tener nunca un pensamiento sensato. Guerras, revoluciones y luchas nadie las causa, sino el cuerpo y sus deseos.» Platón. Fedón, 66c. Orbis Cuestiones 1. Identifica la tesis y la estructura del texto. 2. ¿Qué pregunta filosófica aborda el texto? 3. Disertación: ¿Qué valoración del cuerpo se hace en la época actual? ¿Es cierto que vivimos en la época del «culto al cuerpo»? En el mundo actual, ¿soy yo solo mi cuerpo y sus deseos? ¿Qué opinas? Platón defendió la doctrina de la transmigración de las almas o reencarnación, también de claras resonancias pitagóricas y órficas. Esta doctrina se basa en la idea de que la unión del alma con el cuerpo es puramente accidental y transitoria. En el diálogo Fedro, Platón presenta esta unión como un castigo para el alma, necesario para su purificación. Da a entender que el alma, antes de unirse al cuerpo, ha tenido una existencia anterior en el mundo de las Ideas, que es el lugar al que en realidad pertenece. Las almas que necesitan purificarse «caen» al mundo sensible y se encarnan en un cuerpo. Tras la muerte del cuerpo, deberán reencarnarse en otros cuerpos humanos o animales hasta que se complete su purificación y puedan librarse, al fin, de la prisión del cuerpo y volver al mundo de las Ideas. Este largo proceso de reencarnaciones sucesivas puede acortarse llevando una vida recta y dedicada al conocimiento; en cambio, una vida desenfrenada y ajena al conocimiento, lo alargaría. 3 58 Diálogo

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