Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

Del mito al logos: los presocráticos 2.2. ¿EN QUÉ RELATOS ORALES CREÍAN LOS GRIEGOS? Muy pocos poemas iluminadores de la época oscura e inicios de la arcaica han llegado hasta nosotros. Uno de ellos es La Odisea, que narra el viaje de Odiseo (Ulises en latín) de vuelta a Ítaca, su hogar, desde la guerra de Troya. Otro de ellos es La Ilíada, que narra los 10 años que duró esa misma guerra de Troya, sus heroicidades y calamidades. Ambos poemas fueron compuestos por Homero, que era un aedo profesional que vivió y cantó sus poemas aproximadamente entre el 800 y el 700 a. C. A partir de la escucha de sus poemas podemos imaginar cómo sentían los griegos de la época oscura, qué valores tenían, qué les preocupaba y cómo eran los dioses en los que creían. Otro poeta épico, unas décadas posterior a Homero, será Hesíodo, en cuyos poemas también se puede comprender la sociedad griega de aquellos siglos. Gracias a los poemas de estos aedos podemos arrojar cierta luz sobre todas las historias cantadas que poblaban el imaginario y educaban las mentes y sentimientos de los griegos. Los temas y tramas más recurrentes son los siguientes: a) Origen del mundo. Las historias orales siempre deslizan pequeños detalles acerca de genealogías de los dioses y diosas, nombran personajes concretos que son simultáneamente dioses y ancestros de los seres humanos. Ahora bien, los oyentes de las historias orales no tenían conciencia de un origen único y lineal de su mundo, sino que convivían múltiples pistas diseminadas entre las historias. Hesíodo recoge en su Teogonía estos orígenes del mundo y por primera vez los ordena en un poema. Su forma de explicar la generación de las cosas es proyectando la fecundación de la vida orgánica en los elementos inorgánicos divinizados; es decir, elementos como el aire, el agua o la tierra (representados por dioses y diosas) se autofecundan o procrean entre sí y dan lugar al mundo que conocemos: primero fue el Caos (el vacío), del cual se desprendió Gea, la Tierra; de ella nacieron Urano (el cielo), los ourea (las montañas) y Ponto (el mar). A partir de ahí se emparejarán unos con otros e irán generando nacimientos sucesivos. Al final de esa cadena se encuentran los dioses olímpicos, aquellos que habitan el monte Olimpo, la montaña más alta de Grecia. b) Las diosas y los dioses olímpicos como expresión máxima de vitalidad y luz. En todas las narraciones, los dioses aparecen con una fuerza física descomunal, sin cansancio y llevando al máximo el valor de la plenitud vital. Los dioses griegos superan en fuerza, poder, inmortalidad (no decrepitud del cuerpo) y eterna juventud a los humanos. Por lo tanto, difieren de los incorpóreos y abstractos dioses de otras religiones (Yahvé en el judaísmo, Alá en el islam y Dios en el cristianismo). Son dioses corpóreos y al oyente de las narraciones siempre le gusta escuchar las descripciones de sus cuerpos (los ojos de lechuza de Atenea, la armadura de Hefesto, la silueta de Afrodita...). c) Relación cotidiana con los dioses y politeísmo. Los dioses olímpicos viven en el monte Olimpo y son vecinos de los mortales; por ello su irrupción en la vida cotidiana de los humanos, según los relatos, será constante. Aparecerán y hablarán, e incluso tendrán relaciones sexuales con los mortales. Además, la creencia en dioses en la Antigua Grecia es politeísta. Muchas divinidades intervienen a la vez en la vida de los mortales sin estar coordinados entre sí. Los dioses que más frecuentemente intervienen son Zeus (dios del rayo y quien ostenta el liderazgo), Deméter (diosa de la agricultura), Hera (diosa del hogar), Poseidón (dios del mar), Hefesto (dios del fuego), Ares (dios de la guerra), Dioniso (dios del vino), Hermes (dios mensajero), Atenea (diosa de la sabiduría), Artemisa (diosa de la caza), Apolo (dios de la belleza y las artes) y Afrodita (diosa de la belleza y el amor). 21 1 Diálogo

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