Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

La modernidad: el problema del conocimiento La primera verdad, por tanto, es la afirmación de mi propia existencia como sujeto que piensa. Yo existo, pero lo que caracteriza mi existencia, lo que define mi ser, no es mi cuerpo −que es material y, como consecuencia, todavía está sujeto a la duda−, sino mi pensamiento, que es lo que constituye mi propia esencia. Observamos, de este modo, cómo Descartes defiende una concepción dualista del ser humano, siguiendo así una línea de pensamiento racionalista ya iniciada por Platón. El ser humano es un compuesto de dos sustancias, una material, el cuerpo, y otra inmaterial, el alma o el pensamiento. Una vez establecido el método y las tres fases de la duda, el objetivo será encontrar aquella idea que se me presente a la mente de forma evidente, esa primera verdad que supere estas tres fases y sobre la que no se pueda, bajo ninguna circunstancia, dudar. En este momento, Descartes advierte que no puede dudar de que está dudando. Y si el dudar es un proceso del pensamiento, tiene que haber alguien, un sujeto, que piense, pues el pensamiento no puede existir sin un sujeto pensante. De este modo, la primera verdad se le presenta por fin a Descartes de una manera evidente, y la formula con las siguientes palabras: «Cogito, ergo sum», es decir, ‘pienso, luego existo’. Esta tiene que ser la primera verdad: la afirmación de mi propia existencia como sujeto pensante. Sé que existo y esa verdad es indudable. Incluso aunque no pueda estar seguro de que existo de la forma en la que creo que existo, o de que el cuerpo y el rostro que veo cuando me miro en el espejo sean realmente así, no puedo, en ningún caso, dudar de mi propia existencia como sujeto que piensa. COMENTARIO DE TEXTO «Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras quería de ese modo pensar que todo era falso, era preciso necesariamente que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: yo pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que buscaba. Después, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que no tenía cuerpo alguno, y que no había mundo ni lugar alguno en el que yo estuviese; pero que no podía fingir, por ello, que no era; y que al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se seguía muy evidente y muy ciertamente que yo era; mientras que, con solo que hubiese dejado de pensar, aunque todo el resto de lo que había en algún momento imaginado hubiese sido verdad, no tenía razón alguna para creer que yo era: conocí, por ello, que yo era una sustancia cuya esencia toda o naturaleza no es sino pensar, y que, para ser, no tiene necesidad de lugar alguno, ni depende de cosa material alguna. De suerte que este yo, es decir el alma por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste, y aunque el cuerpo no fuera, el alma no dejaría de ser todo lo que es.» R. Descartes. Discurso del método. Diálogo Cuestiones 1. ¿Cuál es la tesis que defiende el autor y qué argumento utiliza para llegar a dicha tesis? 2. ¿A qué pregunta filosófica pretende responder? Explica el problema. 3. Relaciona las conclusiones de este texto con lo que otros autores anteriores han establecido sobre la relación alma-cuerpo. REFLEXIÓN Y DEBATE En 1981, Hilary Putnam popularizó la hipótesis del cerebro en una cubeta, que se suele vincular con la hipótesis del genio maligno de Descartes: imagina, por un momento, que eres un cerebro en una cubeta conectado, por una serie de cables, con un superordenador que te hace creer que la realidad es tal y como tú la ves y la sientes. En ese caso, tú seguirías existiendo como sujeto pensante, pero ¿habría alguna forma de saber que no eres más que un cerebro en una cubeta? 180 9 Diálogo

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