Historia de la Filosofía 2 BACHILLERATO

El pensamiento helenístico: de la polis al imperio 3.4. EPICUREÍSMO Epicuro fundó el epicureísmo en el 306 a. C. en Atenas. El lugar en el que congregó a sus seguidores fue el «Jardín» y la escuela se hizo famosa por el cultivo de la amistad (amistad epicúrea), en la que participaban no solo hombres, sino también mujeres, y no solo ciudadanos libres, sino también esclavos. La mujer epicúrea más conocida será Leontia, autora de un libro contra Teofrasto (discípulo eminente de Aristóteles) que ha desaparecido. Los y las «oyentes» y «amigos/as» del epicureísmo eran personas máximamente ilustradas y preparadas para la crítica a la religión. Se reunían en el «Jardín» y practicaban la generosidad compartiendo comidas y celebraciones. Epicuro se caracterizó por guiar hacia la consecución de la felicidad con unas consignas prácticas que han perdurado hasta hoy en día. Su figura ejercía de referente tal que entre sus discípulos se repetía la consigna «obra siempre como si te estuviera mirando Epicuro». Epicuro defenderá que el ser humano debe liberarse de las falsas religiones y del temor a los falsos premios y castigos (falsos placeres o dolores externos al cuerpo y a nuestra naturaleza-physis). Esta consigna general puede matizarse en las siguientes indicaciones: a) Las personas deben dejar de tener miedo al dolor y a dioses castigadores, pues si existen dioses serán autosuficientes y no necesitarán atender a los destinos humanos. Respecto a la muerte, no debe preocuparnos, porque cuando se muere no se tienen sensaciones, no duele. b) Se debe reconectar con la naturaleza: conocer el propio cuerpo (la «carne») y cómo la naturaleza le afecta, así como la conexión de los fenómenos naturales. Epicuro reflexionará siempre desde la física atomista del presocrático Demócrito. c) Ser libre y feliz consistirá en saber guiar las emociones hacia la paz del alma (ataraxia). d) La paz del alma se equiparará a una vida en la que se logre el equilibrio de placeres: gozar en la mayor medida posible de los placeres moderados (los que traen más placer que dolor) y de los mínimos dolores. A esta ética se le llamará hedonista, pues la palabra griega para ‘placer’ es hedoné. Ahora bien, se trata de un hedonismo moderado, ya que para Epicuro la vida buena no es la búsqueda de cualquier placer, sino solo de los moderados, pues hay algunos que provocan un dolor mayor. e) Saber lograr ese «equilibrio de placeres» significa conocer verdaderamente la naturaleza propia (inteligencia práctica o frónesis). Eso implica los siguientes aspectos: 1) comprender el propio yo; 2) distinguir en uno mismo entre «mis» deseos naturales y necesarios y los deseos vacíos, impuestos por otros y superfluos; 3) el sabio cálculo de las consecuencias de nuestras acciones, evitando aquellos placeres que van seguidos de un dolor mayor o eligiendo aquellos dolores cuya consecuencia es un placer mayor; y 4) saber acceder a la salud del cuerpo y al simple placer de existir, al gozar de estar vivo, y conectado con el cuerpo y el mundo. «El pan y el agua dan el mayor placer si se toman por necesidad», dijo Epicuro. El pícnic, de Thomas Cole (1846). 118 6 Diálogo

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