Muestra Filosofía 4º ESO

1 ¡Me obligan a pensar! La filosofía como arte de argumentar de manera personal y crítica Texto 3: La filosofía como espía En este contexto me parece espe cialmente interesante hacer vale r la función del filósofo por analogía con el t rabajo de un espía o detective q ue desconfía, sospecha e interpreta, una figura que recoge lo que ha sido su tarea a través de la historia y que resulta espe cialmente necesaria en una soci edad que, por circunstancias que habrán de se r examinadas, es cada vez más invisible. Cualquiera que pretenda entender l a realidad termina por adoptar alguna de sus actitudes fundamentales: desco nfianza, reflexión, paciencia, examen de los detalles, capacidad de imaginarse las cosas de otra manera... Como sabe cualquier buen lector o espectador de este tipo de historias, un detective n ecesita tiempo para no dejarse engañar por las falsas pistas qu e conectan las cosas de una ma nera tan evidente que no puede ser verdadera. La falsedad fund amental es la evidencia, lo inme diato, la precipitación y el automatismo. La filosofía es un comb ate no tanto contra el error o la mentira como contra esa forma de autoengaño que es la trivialid ad. Estoy convencido de que la mejor crítica social se ejerce hoy desde la lentitud y el cultivo de l a complejidad. Con prisa, simple za e inmediatez no se construye ningún observatorio inteligente. Daniel Innerarity. La sociedad invisible. Espasa Texto 4: La filosofía: más allá de lo evidente Hace ya algunos años, cuando todavía iba al colegio, plantearon en la clase de mi hija la consabida pregunta acerca de a qué se dedicaban los respectivos padres. Cuando le llegó su turno, ella contestó que su padre era filósofo. Su compañero de pupitre, algo sorprendido por el exotismo de la respuesta, le reclamó mayor concreción: «¿Y qué hace tu padre?», a lo que mi hija respondió: «Mi padre piensa». Respuesta ante la cual el niño en cuestión reaccionó como un autómata exclamando: «¡Pues mi padre también piensa y no le pagan!». […] Pues bien, es precisamente en la intersección de ambas aportaciones donde debemos ubicar la especificidad de la tarea filosófica. El contenido de ese pensar al que se aplica el filósofo consiste en la permanente sospecha de lo que damos por descontado, de aquello que ni ponemos en cuestión porque apenas lo alcanzamos a percibir, esto es, a visualizar como idea porque se ha mimetizado con lo real al mutar a creencia y, por tanto, nos resulta imposible de someter a crítica. Por formularlo de una manera algo rotunda, el filósofo inicia su andadura cuando el resto abandona, cosa que casi siempre suele hacer con un argumento del tipo «hasta aquí podíamos llegar». Pues bien, es cuando los demás se retiran, creyéndose cargados de razón (siendo así que solo acarrean tópicos en la mochila) y dejando como frase de despedida un tan solemne como pretencioso «apaga y vámonos», cuando el filósofo enciende su modesto candil y se pone a pensar sobre aquello que el resto querría condenar a la oscuridad de lo impensable. Manuel Cruz. «Hay quien piensa y no le pagan». El País (18/05/13) 12

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